Marxista todo, marxista nada
Hegemonía y contrahegemonía; ideología de clase de poder; neocons del mundo, ¡uníos!
Si se quiere superar al chavismo, hay que entenderlo, no como Socialismo del Siglo XXI, no como comunismo, sino como la ideología de la clase de poder (y la clase de poder en sí).
A diferencia de lo que afirma el marxismo, la producción —aunque importante— no determina en última instancia quién gobierna. El recurso por excelencia que finalmente determina todo —incluso la producción— es la soberanía.
La violencia concentrada, organizada, excluyente, jerarquizada y transformadora es lo que realmente determina quién manda. Quien la ejerce es la clase poderosa. Ahora, cuando el soberano domestica al poder, este atraviesa el tiempo. Entonces, se convierte en un modo de dominación que es histórico —es decir, hegemónico—.
Y así lo ha hecho el chavismo.
Incluso en la propaganda. «Chavista» —y «marxista»— son términos peyorativos que en la superficie significan desprecio pero, en realidad, prueban que son criterios morales vertebrales. Lo que muestra la agencia histórica del chavismo.
Lo cierto es que al chavismo, en realidad, no le importa la ideología. Sólo se preocupa por concentrar poder —esa es su ideología—. Si el chavismo tuvo rasgos nacionalistas tempranos que luego fueron reemplazados por el castrismo de cuatro y maraca, más tarde descartado por el decisionismo hitleriano a la Röhm-Putsch, hasta llegar al liberalismo hueco… ¡es solo porque fue útil para expandir su poder!
La hegemonía del chavismo tiene tanto éxito porque se consagró como el eje principal de la política. Mientras que la estrategia oposicionista pretendía antagonizar en retórica e ideología (moralmente), nunca en términos de construcción real de poder.
El postureo moral actúa en el campo propagandístico, ligado a la «guerra de posiciones» (en términos maquiavelianos). El anticomunismo, por lo tanto, es esencialmente una postura moral, no política real. Cuando se materializa en la política, termina siendo codependencia ideológica y derrotismo estratégico.
«Anticomunismo» podría significar liberalismo, fascismo, anarquismo, democratismo, nacionalismo, monroísmo. Cada uno interpreta la hegemonía chavista de una manera particular que —¡sorpresa!— choca con los demás. Tan pronto como eso sucede, «chavista» y «marxista» se lanzan a diestra y siniestra, demostrando que son unos pubertos políticos.
El problema neocon
Los neoconservadores criollos tienen estas mismas rabietas con María Corina. La llaman «marxista cultural» cuando, en realidad, propone una agenda liberal. No marxista. Liberal.
La sociología frankfurtiana, que se usa con frecuencia para el argumento, no es marxista como tal. Aplicaron la metodología marxista (dialéctica negativa) a las ideas que se desarrollaron en el capitalismo; bajo el liberalismo… ¡para reforzar el sistema liberal! Al deconstruir y relativizar —y por tanto disolver— la vida social, la economía se convierte entonces en el único principio regulador, alcanzando a través de dinámicas marxistas la utopía orgiástica material de los liberales.
Otras pistas que los neoconservadores también pueden ignorar —porque sus cabezas solo saben repetir lo que dijeron Trump, Abascal o Laje— es: ¿quién se beneficia con la supuesta agenda «marxista cultural»? ¿El llamado «Eje del Mal» o las oenegés gringas? ¿El PCCh o la Fundación Ford? ¿Quién financia la agenda «marxista cultural»? ¿El PSUV o Starbucks? ¿Raúl Castro o Coca-Cola? ¿Putin o la Buffet Foundation?
Los necons afirman que Maduro, con retórica feminista y autor de políticas negristas, es un ultra estalinista; que la liberadora de marihuana, abortista pro-matrimonio gay María Machado es una «marxista cultural». Esto solo prueba que tenemos un problema neoconservador. Porque su mentalidad, atrapada en el paradigma de la Guerra Fría «comunismo-versus-capitalismo», ignora la realidad y frustra cualquier intento de crear seriamente un movimiento contrahegemónico.
Mientras no se entienda cómo funciona la hegemonía y cómo se construye poder, el chavismo reinará. Y cada vez que los neoconservadores fracasen por ello, en vez de un mea culpa, dirán que fracasaron porque es marxista todo.