La soberanía es una
Sobre la Noche de los Cuchillos Largos criolla y la Gran Reforma de Maduro
La Gran Reforma del Estado venezolano está en marcha y la fresca guerra de Maduro contra la corrupción es precisamente una de sus grandes políticas para la configuración de una nueva élite política y económica.
Ha estado en marcha, de hecho, desde hace años. Pero las reformas anteriores no son nada comparadas con esta. Maduro ha decidido ejecutar su propia Noche de los Cuchillos Largos para demostrar que la soberanía es una, y solo uno puede ser soberano.
La naturaleza de la purga de Maduro no está simplemente relacionada con el crimen. Quien lo piense, cae en moralismos. Si Marx dijo «todo lo sólido se desvanece en el aire», pues, el poder es lo que hace todo desvanecerse. Los actos de Maduro son eso: un proceso transformador para construir una nueva legitimidad (hegemonía).
Para entender la nueva guerra de Maduro necesitamos entender primero la Noche de los Cuchillos Largos de Hitler; no como una guerra de facciones, sino como un acto de soberanía.
En la Deutschen Juristen-Zeitung, Carl Schmitt explicó que las acciones de Hitler protegían la ley porque, debido a su control absoluto del Estado alemán, no sólo fue capaz de hacer derecho, sino que al hacerlo y siendo el líder supremo del «portador de la voluntad política de la nación», se convirtió en derecho. Él era el Reich.
Ser oposición de Hitler, por tanto, significaba estar en contra de la ley alemana y ser enemigo de Alemania. De manera que, como amenaza a la Seguridad Nacional, la oposición de Hitler tuvo que ser neutralizada permanentemente. Así, «castigó la traición de sus subordinados contra él como líder político supremo del movimiento».
Maduro ha dedicado esta década a consolidarse como el caudillo del país, y se apoyó en facciones dentro del Partido-Estado para lograrlo. Pero estas estructuras han estado apuntando a su Gran Reforma y ya no le son útiles. Au contraire.
Toda élite política debe conservar la capacidad de poder para seguir siéndolo, y esa es la intención de Maduro. Es por eso que ninguna otra élite debe superarlo. Para consolidar su élite, necesita controlar los medios para el poder.
Por eso la caída de El Aissami y Roa y su consecuente cobertura masiva. Para derrotar y mostrar a cualquiera que intente desafiarlo, cual Aquiles arrastrando el cuerpo muerto de Héctor.
Lo más interesante es que Maduro y sus élite también tratan esta purga como un acto moral. Están tratando al Estado como una entidad moral, una civilización-Estado, muy en sintonía con los grandes debates políticos de la actualidad.
Lo más probable es que Maduro, lejos de ser iletrado, esté sincronizado con el pensamiento político chino contemporáneo. De hecho, en sus discursos menciona constantemente el pensamiento de Xi (no el de Putin, no el de Dugin).
Una de las prioridades del «camarada» Xi desde su primer mandato ha sido purgar al PCCh de la corrupción endémica para servir adecuadamente a los chinos. La corrupción es, para Xi, un obstáculo notable que impide a China realizar el «universo del Estado-Familia».
Jiang Shigong, prominente teórico del pensamiento de Xi Jinping, cree que el mundo liberal provocará que ciertas personas «se levanten como el Übermensch de Nietzsche e intenten crear un mundo nuevo». Y cree que China tiene ese deber. El modelo de gobernanza global de Xi refuerza la tesis de Jiang.
No que Maduro esté tratando de seguir el camino de Xi, pero está tomando de la filosofía de élite china y adoptando tácticas chinas para darle a su cruzada de poder un enfoque más profundo.
Oposiciones y facciones han depredado el nido de Maduro durante demasiado tiempo Destruyó a su oposición en 2014, 2017 y 2019, y ahora apunta al Partido para ser el caudillo incuestionable, a través de la toma de sus operaciones y posiciones.
La Gran Reforma del Estado de Maduro es, tanto una reconfiguración de la élite como una nueva perspectiva de poder —de un martillo para aplastar a los antagónicos, a una herramienta civilizatoria/moralizadora—. Al utilizar la corrupción como narrativa y casus belli, Maduro se permite eliminar las amenazas a su soberanía, al Estado y, en última instancia, a los venezolanos.
Probando una vez más, que la soberanía es una, y solo uno puede ser el soberano.